miércoles, 3 de octubre de 2007

CUANDO ESTÉN AFINADAS, MAESTRO BUENO, TODAS LAS CUERDAS DE MI VIDA, CADA VEZ QUE TÚ LAS TOQUES CANTARÁN MEJOR.

En la gran orquesta de nuestra vida, somos como un instrumento musical en las manos de Dios.
instrumento que ha de estar afinado con los demás, bien entonados y sintonizados en una misma melodía. instrumento que de alegría y paz, que sus notas suenen hasta en los rincones más escondidos de este mundo, que arranque una sonrisa de alegría en el corazón marchito por la tristeza y la melancolía, que levante al deprimido y de serenidad al que está angustiado. instrumento que penetre en los sentidos más olvidados y los llene de la gracia del Espíritu divino. instrumento que resuene en los corazones y los haga vibrar y estremecer ante el amor de Dios, estrujando las fibras donde el odio ha encontrado lugar y se ha anidado, para limpiar y llenar del gozo que el Maestro nos trae con su inspiración, que sueña entonar con toda su creación y cantar como San Francisco con todas las creaturas... Maestro: hazme un instrumento de tu Paz. y con María: Hagase en mí según tu palabra... Palabra que crea la más hermosa y perfecta sinfonía.
P. Raúl