
Sin lugar a duda el hecho de poder disfrutar y conocer la universalidad de la Iglesia, así como el estar cerca de el santo Padre, el sucesor de Pedro ,fue lo que hizo enamorarme más del cuerpo místico de Cristo.En Roma encontré historia, cultura, un nuevo idioma, paisajes; pero sobre todo, nuevos y grandes amigos, así como una fuerte experiencia eclesial que jamás olvidaré.